Cuba después de Irma
Lo que no mata, fortalece. Estos días fueron un verdadero reto para muchos de nosotros, o bien viviendo en los EE. UU. en los estados afectador por el huracán, o preocupándonos por lo que podría pasar en casa en Cuba. No fue fácil, pero quizá esta fue la manera de la naturaleza de acercarnos, de hacer que nos importara lo verdaderamente importante y dejar atrás las pequeñas cosas que nos pueden afectar en el día a día.
La tormenta llegó allí a las 9 p.m. del viernes, golpeando la costa norte de la isla y convirtiéndose en el primer huracán de categoría 5 en llegar a tierra firme en la isla en más de 80 años. Irma no se fue del país sino hasta el domingo por la tarde.
El huracán Irma trajo agua y escombros que se estrellaron contra el rompeolas del Malecón y las fachadas de los edificios art deco y modernistas del distrito. Los apartamentos en la planta baja se inundaron, las posesiones se arruinaron, y el sustento quedó en riesgo para aquellos que tienen pequeñas empresas en sus hogares.
Los vientos de Irma fueron tan devastadores que destruyeron equipos meteorológicos cubanos empleados para registrar la velocidad del viento. El huracán también arrancó de raíz postes de electricidad y palmeras, dejando tras de sí un gran desastre.
El lunes las autoridades informaron que murieron 10 personas en Cuba y al menos 24 más en el Caribe. Fue el peor saldo letal por un huracán en Cuba desde que 16 personas murieron durante el huracán Dennis en 2005.
Pero, ¿saben qué? ¡Los cubanos son mucho más fuertes! Los cubanos tienen la fuerza para recuperarse de este desastre. Gracias a Dios no fue peor, y la mayoría de los daños son materiales.