Parece difícil asociar el año 2020 con agradecimiento, ¿no? Tal vez en un primer momento, pero al detenernos un poco más, nos damos cuenta de que tenemos muchos motivos para agradecer las lecciones aprendidas por la fuerza este año. Estas son algunas cosas que se nos ocurrieron:
La familia, con todas sus singularidades y peculiaridades
La familia, en especial durante las fiestas, puede ser un motivo de estrés y, al mismo tiempo, nuestro mayor regalo. Incluso si son controladores, no dudamos que nos aman y apoyan incondicionalmente, y que siempre están listos para prestarnos la oreja, o para tranquilizarnos y hacernos olvidar de nuestras preocupaciones.
Valorar las pequeñas cosas de la vida
En palabras del Dr. Glenn Williams, Profesor de Psicología en Nottingham Trent University: “No llegamos a la felicidad mediante acontecimientos importantes que podemos planificar como casarnos, mudarnos de casa, obtener un ascenso importantísimo, o incluso permitirnos unas vacaciones. La felicidad está en los pequeños y, a menudo, inesperados placeres de la vida que nos hacen sonreír día tras día, y nos ayudan a construir vidas más felices y más significativas tanto para nosotros como para los demás.” Tenemos muchas oportunidades para descubrir la alegría y la felicidad en un fin de semana tranquilo, o un desayuno relajado o una copa de vino durante una videollamada…
Tal vez por primera vez, esto dejó de ser un problema
¿Recuerdas cómo nos quejábamos por no tener tiempo suficiente? Bueno, nos cayó la pandemia y hemos tenido que pasar más tiempo en casa que nunca antes. Para quienes vivimos en familia, esta ha sido una época adorable que nunca olvidaremos. Hemos compartido mucho tiempo con nuestras parejas e hijos, disfrutando de cada instante que antes no podíamos. Podemos agradecer estos momentos tan especiales.
Agradecer el estar vivos
Antes de la pandemia, esto parecía un concepto tan genérico… Estábamos tan atrapados en nuestras batallas cotidianas que dábamos por sentado la salud, la propia y la de nuestros seres queridos En ese sentido, este año nos ha hecho abrir los ojos. Hemos valorado cada día de salud de nuestra familia, cada noche en la que nos vamos a dormir con la fortuna de tener a nuestros seres queridos sanos y salvos.
Sí, ha sido un año difícil y aún no ha acabado, pero tal vez podamos continuar valorando todo eso que nos dimos cuenta que tenemos, y que nos ha hecho sentirnos más agradecidos. ¿Qué te parece la idea de mantener el hábito, durante el año próximo, de tomarnos un minuto para pensar en las cosas por las que estamos agradecidos?